Manolo Cuervo es la imagen del jazz en Sevilla, su obra está impregnada de esta música y como pintor y/o cartelista siempre ha utilizado su fuerza creativa bien salpicando de imágenes de jazz su particular arquitectura pictórica o trasladando a sus carteles su imaginario personal lleno de color y modernidad.
Los carteles de Manolo Cuervo dedicados al Festival de Jazz están en este mismo blog en los capítulos dedicados a cada una de las ediciones del Festival Internacional de Sevilla entre los años 1982 y 1995, en las que Manolo Cuervo fue autor de sus carteles.
Traslado aquí la entrevista o más bien conversación que mantuve con Manolo y que forma parte del libro «Jazz en Sevilla 1970-1995: Ensoñaciones de una época» como comienzo de esta sección junto a una foto que nos hizo Paco Sánchez en su estudio junto a José Antonio Chacón. Y por supuesto a continuación está su obra pictórica que ha tenido la gentileza de mandarme y que poco a poco iré incorporando y con la que los asiduos a este blog podrán disfrutar.
Manolo Cuervo
Sevilla, 17/07/2012 en el Bar Café Naima
en la Alameda de Hércules
21:30 horas
Pensar en Manolo Cuervo es pensar en la imagen del jazz en Sevilla y la imagen de muchas otras cosas en nuestra ciudad, sin duda un artista que trajo una nueva estética en un momento de nuevas propuestas donde la modernidad era una necesidad y de la que fue un buen estandarte. Manolo es un artista total, no me lo puedo imaginar en otra faceta. Habíamos quedado a las 20,30 en el Naima, único
local donde habitualmente hay jazz en directo en el centro de Sevilla, dos días a la semana al lado de la Alameda de Hércules, pero me llama cuando yo ya me dirigía hacia allí y me dice que tiene un compromiso ineludible en la Casa de la Provincia
donde hay la presentación de un cartel. Quedamos en que yo me dirija hacia allí. Cuando llego, el acto ha terminado y aprovechamos para hacernos unas fotos en el patio de la Diputación (yo me había llevado la cámara). Insiste en buscar un escenario más original y acabamos haciéndonos una foto con José Antonio Chacón, que también estaba en el acto, en los baños de la Casa de la Provincia. Nos dirigimos caminando hacia el escenario original de nuestra cita el bar Naima, estamos solos con el camarero en una atmósfera totalmente jazzística, con las paredes llenas de fotos de músicos tocando y en una pared una pantalla de plasma donde hay un vídeo con el sonido profundo del saxofonista Joe Henderson. Pedimos dos tintos de verano y comienza una larga y agradable conversación. Me dice que él tiene dos grandes pasiones en su vida que son la música y la pintura y que ambas siempre le acompañan porque cuando trabaja pintando lo hace siempre con música de fondo. Recuerda conciertos en Sevilla muy de niño, cuando tenía 12 años, patrocinados por el Corte Inglés, que acababa de inaugurarse y los utilizaba de promoción, acompañaba a sus hermanos mayores y recuerda grupos como Los Pasos en la Plaza de Toros, Miguel Ríos en la Universidad Laboral o los Relámpagos
en el Club Pineda. Me sorprende contándome que fue incluso promotor de conciertos cuando ya desde la Escuela de Artes y Oficios trajo a Hilario Camacho…” organizamos el concierto con Hilario Camacho que tenía un caché de 30.000 pesetas
que no pudimos cubrir con la venta de entradas a pesar de lo cual Hilario salió al escenario sin poner ningún problema, después coincidí otras veces con él y llegamos a tener una buena relación”… Los conciertos ya mucho más tarde de Tete y Jordi
Sabatés o el inevitable del Studio Jazz de Praga…” Asistí a la Semana de Jazz en Arquitectura y recuerdo también bien el concierto de Dannie Richmond en el Conservatorio y por supuesto fui al primer festival de jazz en Chapina”… Me reconoce que de entrada no era un aficionado a la música de jazz y le tiraba mucho más el rock.… “Estaba empezando a trabajar en diseño e hice algún cartel a mediados de los 70’, por ejemplo el de las 12 horas de cine dedicadas al cine negro de la Coordinadora de Cine Clubs de Sevilla. En los 80’ la estética cambió
totalmente en España influenciada por los artistas ingleses, esto tuvo un reflejo claro en la llamada movida madrileña, pero yo ya empecé, desde mi propia visión a trasladar este cambio estético a los trabajos que me encargaban en Sevilla. Hubo un
concurso de carteles para la segunda edición del Festival de Jazz de Sevilla y no lo gané, pero a partir de la III edición me hago cargo de la imagen del resto de ediciones y mi vida profesional se ve claramente, en cierta manera influenciada o determinada por el mundo del jazz”…. Le cuento algo que desconoce, realmente al colectivo Freeway nos gustó mucho el diseño que había presentado Manolo al concurso de carteles de la segunda edición del festival, pero no estábamos en el jurado y no fue esa la decisión que salió; cuando preparábamos la tercera edición decidimos que la imagen del festival debía de mostrar una estética distinta, más innovadora, más rompedora y decidimos hacer el encargo directo a Manolo
Cuervo que desde ese momento hizo el diseño de todas sus ediciones. A partir de aquí su actividad se multiplicó convirtiéndose en uno de los diseñadores más importantes y requeridos en nuestra ciudad; de él son los carteles de la “Cita en Sevilla”; del “Festival de Jazz en la Provincia” o del ciclo de jazz “Rising Stars”. Pero su actividad no se circunscribió solamente a la música, y más específicamente al
jazz, sino que se introdujo en todo tipo de campos. Recuerda con afecto su etapa de asesor de imagen en el Centro Andaluz de Teatro y todavía hoy día sigue haciendo los carteles para muchos grupos de teatro sevillanos en especial los realizados para
diferentes proyectos de su gran amigo el director de teatro Alfonso Zurro. También trabaja en los primeros carteles del Festival de Jazz de la Universidad y el de los Encuentros de Nueva Música. Un valor simbólico tienen sus trabajos para el Miserere de Eslava o el las Fiestas de Primavera en Sevilla de 2006 penetrando, para moverlos, en los cimientos más profundos de la estética sevillana. Manolo es un importante diseñador pero lo es tanto en cuanto esta función se supedita a su trabajo creativo como pintor, de hecho, y en su evolución como artista así se observa, a veces es difícil distinguir en sus carteles si estamos ante un trabajo de diseño o una fórmula expresiva de su forma de entender la pintura….”Para mí el jazz fue un descubrimiento por su plasticidad, parecida a la del flamenco y que
me permite expresarme de una forma más libre”….. En su pintura hace referencia a la música de forma recurrente, como la serie que pinta de Jimie Hendrix, hasta llegar a su última exposición “la mirada indiscreta” donde aparece la figura de Amy
Winehouse, pasando por sus exposiciones dedicadas específicamente al jazz en la galería Felix Gómez o la del convento Santa Clara de Moguer llamada “Jazz 2: el tiempo en una botella”…. “Me resulta especialmente entrañable la exposición Jazz 2 que hice en el convento de Santa Clara de Moguer, ya que en ese convento nació mi padre”… Volvemos a los primeros tiempos de su primera edición como cartelista….”Entrar con credencial en el festival era otro mundo, respirar de cerca la trastienda del festival, ver de cerca a los músicos, observar sus
movimientos antes de salir al escenario y oír su música en primera línea era una sensación alucinante para mí”…….Comentamos anécdotas entre ellas la inevitable del coche: en aquellos años yo le vendí mi coche, un viejo Renault 5, a Manolo
Cuervo; realmente el coche estaba viejo, cuando la gente se metía con él, Manolo decía que tuvieran cuidado con lo que decían que ese coche había trasladado a Dannie Richmond, a Hank Jones o al mismísimo Stephan Grappelli, lo cual por otra parte era cierto. El coche le duró poco tiempo y yo siempre he tenido la sensación de que Manolo había llegado a la conclusión de que no hizo una buena compra, aunque yo me defiendo asegurando que le avisé de que el coche perdía aceite y había que
vigilarlo. Me cuenta que Ornette Coleman se interesó mucho por el cartel de la edición en la que tocó (la XI), y preguntó por el autor, pero Manolo no estaba demasiado contento con el resultado y eso añadido a sus dificultad con el inglés, lo desanimó para acudir a la cita. También cuenta, con cierta retranca, porque le hubiera gustado vivir la anécdota, la estancia de Miles Davis….”Me dijeron que no me pudieron localizar, lo cierto es que Miles Davis era una persona muy interesada por el mundo del arte en general y de la pintura en particular y mostró su
interés por conocer la obra de algunos pintores sevillanos, los organizadores se movieron y pudieron arreglarlo para ir a visitar los estudios de Curro González y de Ignacio Tovar, cuentan que Miles se interesó mucho por la obra de Curro y que incluso llegó a querer comprarle un cuadro pero la cosa terminó en un intercambio de dibujos originales por música firmada. Finalmente terminaron en el hotel en la habitación de Miles y éste hizo unos dibujos que regaló a los artistas sevillanos. Hubiera estado bien estar allí”…. Esos dibujos son los que años después y como homenaje en la edición que coincidió con su muerte en 1991, la Fundación Luis
Cernuda publicó en una carpeta cuyo diseño hizo Manolo Cuervo. Un poco inquieto me pregunta la hora, son casi las 23,30, me dice que no tiene coche. Su estudio y vivienda están en Castilleja de la Cuesta, pueblo del Aljarafe de Sevilla muy cercano a la ciudad. El último autobús sale a las 12 de la noche. Le digo que como vivo en Mairena no me importa llevarlo; dejamos el Naima y seguimos hablando
hacia el coche, subimos la cuesta del caracol camino de su estudio en una casa cercana al centro histórico de Castilleja. Cuando llegamos Manolo me insiste
que pase al interior de su casa; es un poco tarde pero me apetece y accedo. He de reconocer que nunca había estado en el estudio de un pintor, si exceptuamos las paletas y tablas que mi hermano Paco tenía en casa junto a su maletín de madera
donde guardaba botes de pintura y pinceles; en este caso la casa y el estudio están ubicados en el mismo lugar y la primera impresión que me dio es que ambas cosas estaban perfectamente integradas siendo difícil establecer cuál era la función de una y de otro. Las paredes están inundadas de cuadros que corresponden a su propia colección: cuadros de amigos, compañeros, regalos, etc., componen un puzzle donde apenas se adivina que existe una pared que los sostiene; subimos por una escalera asimismo repleta de cuadros y accedemos a una habitación grande, que probablemente habían sido anteriormente dos, donde se ubica el espacio
creativo del artista que es Manolo Cuervo. Botes, pinceles, trapos, paletas, pero sobre todo colores mezclados por doquier componen un extraño collage, como si la realidad del conjunto fuese un gran cuadro sobre el que Manolo y yo íbamos
andando. Pasamos a otra habitación donde curiosamente existe un orden inmaculado. Perfectamente clasificadas están sus obras sin enmarcar que va sacando con mucho mimo y me va enseñando y explicando pero sobre todo justificando el entorno vital en el que las ha creado, me habla de colores y de planos y nos vamos rodeando de trabajo creativo que refleja un gran esfuerzo mental y físico. Pasamos un buen rato viendo su obra salpicada de anécdotas que la contextualizan. Se nos ha hecho tarde, en casa estarán preocupados porque no he
llamado. Nos despedimos no sin antes darme un catálogo de su exposición de jazz que me había prometido y el producto de un diseño de un disco de vinilo que había creado para el “Proyecto Long Play”. Antes de irme le digo que subiré a Bilbao en
Julio y me aconseja que no me pierda la exposición de David Hocney en el Guggenheim a la que le gustaría ir. Son casi las dos de la madrugada y la
carretera está vacía, pienso en lo solitario que es el proceso de creación y en la necesidad imperiosa de socializarlo posteriormente que todo artista tiene.
Durante más de veinticinco años el jazz en Sevilla tuvo una imagen reconocible una imagen que es inexplicable sin Manolo Cuervo.
Entrevistas Manolo Cuervo en Diario de Sevilla. 24 de marzo de 2019.
Obra pictórica: