XI Festival Internacional de Jazz de Sevilla 1990

cartel 1990

XI Festival 1990

A estas alturas de la historia del festival si tuviéramos que elegir una de sus ediciones por el interés de su programación sería prácticamente imposible porque cada una de ellas había incorporado elementos de interés bien por el peso de las figuras que intervenían o por el interés de la música que tocaban. Habían pasado ya por Sevilla un gran número de figuras esenciales para entender el jazz de los 70’ y 80’ y la XI edición del Festival Internacional de Jazz de Sevilla abría la década de los 90’ con una programación de nuevo atractiva que se desarrolló durante siete días, la edición más larga de toda la historia del festival, y que además volvía a ofrecer algún concierto en exclusiva. Esta fue sin duda la edición de las grandes formaciones, orquestas con planteamientos de vanguardia que lideraban grandes figuras del jazz, música del bop y del hard bop
con arreglos orquestales complejos y presencia de músicos de peso que traían sonidos no
habituales en el festival, acostumbrado a oír este tipo de música en bandas formadas como máximo por seis o siete músicos. Y por supuesto íbamos a asistir al único concierto programado en España del saxofonista Ornette Coleman, figura imprescindible para entender el jazz moderno. Como ya era costumbre, de nuevo asistimos a un cambio parcial de escenario. Se mantuvo el Teatro Lope de Vega para los conciertos principales y se volvió de nuevo a la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla, pero esta vez no al Polideportivo sino al Salón de Actos en el mismo escenario donde doce años antes el colectivo Jazz Freeway había organizado su I Jornada de Jazz en 1979. Era como volver al
origen de toda esta historia. Se abandonaban definitivamente los grandes aforos a la espera de la incorporación de las importantes infraestructuras culturales que trajo la Expo 92 a Sevilla. Por otro lado, y ya por última vez en la historia del festival se recuperaba el espacio de “Jazz en la Universidad” dentro del festival. El año anterior habían entrado en la Universidad de Sevilla en el Servicio de promoción Cultural Manolo Grosso y como técnico en ese mismo departamento Javier Gutiérrez habitual colaborador de Freeway en la logística de las primeras ediciones del festival. Ambos se convertirían en piezas importantes para el devenir de la música de jazz en Sevilla, el primero organizando entre otras muchas cosas los ciclos del “Rising Stars” y
el segundo el Festival de Jazz de la Universidad que llega hasta nuestros días. De hecho
la Universidad de Sevilla había organizado en 1989 un pequeño ciclo de jazz pero con
grandes figuras; Se había adelantado al propio festival trayendo al pianista McCoy Tyner
y además el ciclo lo habían completado dos músicos de vanguardia: el guitarrista John
MacLhauglin y el batería Tony Williams, que en 1988 había actuado en el festival. Además se producía otra novedad y es que la denominada “Sevilla Big Band” creada alrededor del saxofonista sevillano José Sánchez y el trompetista Ángel “Chico” de Jesús, junto con el grupo “Decoy”, empezarían una pequeña gira entre el 5 y el 14 de noviembre por algunos pueblos de la provincia de Sevilla como Sanlúcar la Mayor, Osuna, Guillena, El Pedroso, Mairena del Aljarafe, Puebla del Rio y Valencina. Esta iniciativa tenía su antecedente en la muestra de grupos sevillanos que se hizo en la quinta edición del festival, aunque en esa ocasión por los distritos municipales de la ciudad. Este es el germen de una iniciativa muy consolidada que es el Festival de Jazz por la Provincia que llega hasta nuestros días en los que se celebrará su XXII edición, si es que ocurre, ya que el pasado año 2011 no hubo festival, y que durante todos estos años ha llevado música de jazz de calidad por muchos de los pueblos de la provincia de Sevilla. Realmente el panorama era muy positivo: una gran programación, escenarios múltiples, incorporación de los músicos andaluces e implicación de los municipios. Una semana en la que el festival desbordaba el límite de los conciertos del Lope de Vega e intentaba crear una atmósfera especial en la ciudad. Años de festival habían creado una afición estable, locales donde se podía encontrar en directo, y músicos que se habían dejado atrapar por el lenguaje con que el jazz se expresa. Probablemente vivíamos uno
de los momentos dulces del festival, aunque con un acceso más limitado debido al escaso
aforo con que contaban el desfile de locales por los que iba deambulando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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