Con la resaca del mayor evento acaecido en la ciudad de Sevilla en sus últimos sesenta años, la Exposición Universal de Sevilla, comenzó la XIII edición del Festival Internacional de Jazz. Finalmente el Teatro de la Maestranza parecía el espacio adecuado y definitivo donde el Festival de Jazz iba a conseguir su ansiada estabilidad. Desgraciadamente no fue así. Muy al contrario tres años más tarde de la instalación del Festival en esta ubicación éste desapareció, aunque, claro está, esta decisión
no estuvo motivada por la existencia del Teatro. Los ecos de la programación de la Expo
92 en el Teatro de la Maestranza, por donde pasaron las grandes orquestas del mundo y los grandes divos de la lírica, aun resonaban cuando comenzó esta treceava edición del festival de jazz en la que su programa figuraba como si fueran los últimos conciertos del año. El festival quedaba inserto en una programación en la que quedaba diluido, aunque producía una cierta expectación volver a ver abiertas las puertas del teatro, por primera vez para el jazz, después de la irrepetible programación que había albergado durante los meses que duró la Expo.